entrega 7

La señora Evans había decidido matricularse en un taller de pintura, pasaba las tardes junto a la ventana de su casa buscando el momento de luz oportuno para sacar el lienzo y la paleta de colores. Para Eduard las noches en aquella ciudad eran fabulosas. Al segundo día de llegar compartió unas botellas de ron con los amigos de su nuevo trabajo. Los bares, las mujeres, el color que desprendían aquellos inmensos carteles de neón empezó a fascinarle. Tras una noche llegó otra y otra, en ocasiones aprovechaba para salir sólo a beber y disfrutar de todo lo que veía. El cuarto viernes de su primer mes en un bar de jugadores de golf conoció a Lucilla.
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